sábado, 14 de agosto de 2010

¿EXISTIÓ JESÚS? COMPARANDO A JESÚS CON OTRAS FIGURAS HISTÓRICAS (Parte 12 de 16)


Muchos defensores Cristianos intenan alejarse de su falta de evidencia diciendo que si no podemos confiar en la interpretación de las crónicas de Jesús, entonces no podemos establecer un fundamento histórico para otras figuras como Alejandro Magno, Augusto César, Napoleón, etc. Sin embargo, existe una amplia diferencia entre figuras históricas y Jesús. Hay artefactos, escritos o recuentos de testigos presenciales para las personas históricas, cuando para Jesús no tenemos nada.
Alejandro, por ejemplo, dejó una serie de ciudades destruidas y creadas. Tenemos edificios, bibliotecas y ciudades, como Alejandría, dejadas en su nombre. Tenemos tratados, e inclusive una carta de Alejandro a la gente de Chios, grabada en piedra, fechada del 332 A.E.C. Para Augusto César, tenemos el Res gestae divi augusti, el recuento del mismo emperador de sus obras y trabajos, una carta a su hijo (Epistula ad Gaium filium), los recuentos presenciales de Virgilio, y mucho más.
Napoleón dejó una serie de artefactos, recuentos de testigos presenciales y cartas. Podemos establecer cierta historicidad a estas personas porque tenemos evidencia de que ocurrió durante sus vidas. Sin embargo inclusive con evidencia contemporánea, los historiadores se han vuelto dudosos de historias despues-de-los-hechos de muchas de estas personas históricas.
Por ejemplo, algunas de las historias de las conquistas de Alejandro, o la historia de Nero iniciando el fuego en Roma siempre son cuestionadas o se duda de ellas porque contienen inconsistencias o vienen de autores que las escribieron años después de los supuestos hechos. Al calificar la historia de Alejandro, Pierre Briant escribe, “Aunque más de veinte de sus contemporáneos escribieron crónicas de la vida de Alejandro y sus campañas, ninguno de estos textos sobrevive en su forma original. Muchas cartas y discursos atribuídos a Alejandro son falsificaciones antiguas o reconstruccioens inspiradas por la imaginación o por motivaciones políticas. La poca documentación sólida que tenemos del tiempo de Alejandro se encuentra principalmente en inscripciones en piedra de las ciudades Griegas de Europa y Asia” (Briant).
El inventar historias de la nada o exageradas de una semilla de un evento histórico real aparece como algo común dentro de las crónicas del pensamiento humano. Robert Price observa que, “Alejandro Magno, César Augusto, Cirio, el Rey Arturo, y otros han estado al borde de sufrir de este destino. Lo que hace que los historiadores no los descarten como mitos, como Paul Bunyan, es que existen residuos. Sabemos al menos un poco de información mundana sobre ellos, tal vez más que un poco, que no forma parte de ningún ciclo de leyendas” (Price, pp.260-261).
Interesantemente, casi todas las personas históricamente importantes tienen descripciones de cómo era su apariencia física. Tenemos la imágen de César Augusto en monedas dinares, tenemos bustos de los aristócratas Griegos y Romanos, tenemos obras de arte de Napoleón, etc. Tenemos descripciones de detalles faciales, altura, peso, color y largo del cabello, edad e inclusive retratos de las más importantes figuras históricas.
Pero para Jesús, tenemos nada. En ninguna parte de la biblia tenemos una descripción de la forma humana de Jesús. ¿Cómo podemos confiar en los Evangelios como la palabra de Jesús cuando nadie si quiera describe cómo se veía? Qué extraño que ninguno de los personajes de los discípulos registrara como era físicamente, sin embargo los creyentes les atribuyen el saber qué fue exactamente lo que dijo. Efectivamente, esto nos da una pista de que Jesús vino a los escritores de los evangelios de manera indirecta y a través de mitos. No fue sino hasta cientos de años después de la supuesta vida de Jesús que aparecieron imágenes de cómo él se vía según los cultos Cristianos, y estos variaban desde el rubio bien rasurado y de pelo rizado y joven con rasgos Romanos, hasta un italiano de barba larga siendo la imágen más conocida hoy. Esto mimetiza el patrón de las figuras mitológicas Griegas en el cómo sus creyentes construían varias imágenes de cómo se veían sus dioses segun su propia imagen cultural.
Las personas históricas nos dejan con evidencia contemporánea, pero para Jesús tenemos absolutamente nada. Si quisieramos presentar una comparación justa del tipo de información que tenemos sobre Jesús y otro ejemplo de igual valor histórico, no podríamos hacer una mejor comparación que comparar a Jesús con una figura mítica como Hércules.

Fuente: Dios es Imaginario-www.diosesimaginario.com
.
Bibliografía:

0 comentarios:

Publicar un comentario