martes, 21 de enero de 2014

Una introducción al estudio científico de la religión (I)


CEREBRO RELIGION DIOS
Uno de los más intrigantes y quizás más complejos problemas a los que se enfrenta actualmente la investigación científica es el de intentar comprender el comportamiento humano, tanto en su variante individual o estudio de los procesos implicados en la neurobiología cerebral como en la colectiva es decir, cómo se estructuran las relaciones humanas desde la pareja o la familia hasta las complejas sociedades en las que vivimos en la actualidad. Y dentro de este campo, analizar el complicado mundo de la religión es quizás uno de los retos más interesantes, puesto que el influjo de las creencias y de la fe rige los destinos de miles de millones de personas, desbordando el plano individual e influyendo de manera totalmente abrumadora en otras facetas desde la economía, la política, la legislación, la sanidad, etc., incluso hasta en el propio desarrollo científico y tecnológico de las sociedades occidentales más avanzadas.

Desde el punto de vista antropológico, el estudio de las religiones ha sido bastante extenso y profundo habiéndose documentando con bastante fiabilidad el proceso por el cual aparecen las religiones. Ello ha sido posible porque, aunque desde nuestra particular perspectiva occidental (dominada por las grandes religiones del libro, cuyos orígenes se pierden entre las fábulas elaboradas, reescritas y adulteradas una y mil veces y siglo tras siglo por sus adeptos y propagandistas, llegando a dificultar cuando no a impedir en la práctica el conocer la realidad de su génesis) el último siglo ha sido prolífico en la generación de las más variopintas creencias supernaturales y así los estudiosos han podido documentar todo el proceso. Uno de los ejemplos mejor analizados fue el estudio en detalle que realizó en los años 50 del siglo pasado el psicólogo social estadounidense Leon Festinger y su equipo sobre una pequeña hermandad ufológico-cristiana de naturaleza milenarista recién creada, puesto que los investigadores fueron capaces de infiltrarse en el grupo y pudieron analizar desde dentro tanto la dinámica del mismo como las motivaciones y reacciones de cada miembro de la recién nacida religión. Aunque quizás el caso más famoso estudiado haya sido la aparición de los denominados cultos cargo, originados por el choque cultural entre la maquinaria logística (al servicio del esfuerzo bélico estadounidense) desplegada en el Pacífico Sur durante la II Guerra Mundial y diversas poblaciones aborígenes melanesias hasta ese momento totalmente aisladas. El antropólogoMarvin Harris en su breve pero interesante libro Vacas, cerdos, guerras y brujas hizo un resumen muy didáctico de este fenómeno.
Pero dentro del estudio de la religión la gran pregunta que interesa a los invetigadores (y que por extensión tiene gran importancia para el conjunto de la sociedad) es si este comportamiento tan extendido y tan modelador de nuestra especie surge como otras conductas humanas, mediante aprendizaje y asociación (es decir, es un elemento “cultural” más)  o si por el contrario los humanos nacemos “preprogramados” de alguna manera para las creencias. Esto último sería algo parecido a la teoría del lenguaje del famoso lingüista y filósofo Noam Chomsky, que postula que los niños poseen un conocimiento innato de la gramática elemental común a todas las lenguas humanas basado en dispositivos cerebrales especializados. Así que, en lo que resta de esta entrada y en otra posterior presentaré algunos datos compatibles con una u otra visión del problema o bien imbricados en ambos conceptos puesto que éstas no siempre son ideas totalmente excluyentes.
Dentro de la explicación “cultural” de la religión, una hipótesis hasta ahora mayoritaria ha sido que las creencias (o bien han sido en algún momento de nuestra historia o incluso todavía lo son) un factor positivo y beneficioso tanto para el individuo como para el grupo y que ello ha permitido su conservación y expansión a lo largo del espacio y del tiempo independientemente de si su origen fue accidental o inevitable. En esta visión, la religión serviría al individuo como elemento moderador del stress y la ansiedad frente a las desgracias del mundo exterior que no puede controlar o frente al miedo a la muerte. Así un estudio realizado en Indonesia mostró que la crisis económica llevó asociado un incremento en las prácticas religiosas y otro en Nueva Zelanda indicó que la religión se hizo más atractiva entre las personas que vivían en las regiones más dañadas por el terremoto del año 2011 en comparación con aquellos individuos que habitaban en zonas colindantes pero que no sufrieron daños. Todo ello indicaría que la conversión religiosa aumenta después de situaciones catastróficas y estaría en consonancia con un reciente estudio que (analizando múltiples datos estadísticos correspondientes a 114 países diferentes) concluye que un estado del bienestar fuerte hace innecesaria a la religión como elemento protector frente a las adversidades. Además la religión también podría funcionar como elemento cohesionador de los grupos humanos. Así el compartir un conjunto de rituales común entre los miembros de una tribu o nación, pero que son marcadamente diferentes de los rituales del resto de sociedades adyacentes mejoraría la cooperación entre los integrantes y aumentaría la cohesión dentro de cada grupo por oposición al resto de los grupos. Este sería el punto de vista adaptativo clásico dentro del darwinismo y que está siendo estudiado dentro de lo que se conoce como psicología evolucionista de la religión.
También dentro de este punto de vista evolucionista, otros autores han propuesto que la religión apareció no como rasgo independiente sino que sería un subproducto, que por accidente se ha fijado en nuestro comportamiento al parasitar alguna función adaptativa previa. Quizás su más conocido defensor es el famoso zoólogo británico Richard Dawkins con su hipótesis del virus de la fe. Así el resumen de esta aproximación sería que, aquellos niños que obedecen sin cuestionar las normas que les enseñan sus mayores, en lugar de los más reflexivos que meditan o cuestionan los tabúes, tienen más probabilidad de sobrevivir. Eso sería así puesto que en lugar de enfrentarse solos a las elecciones sobre riesgos mediante ensayo-error (¿es peligroso acercarse a una gacela?¿y a un león?) si no cuestionan las órdenes de sus padres o ancianos (es tabú acercarse solo al río o está prohibido salir del poblado durante la noche) se mantendrán alejados de los peligros de la naturaleza y muy probablemente tendrán más posibilidades de llegar a la edad adulta y propagar sus genes a la siguiente generación. Y así la evolución habría ido seleccionando a niños dóciles y acríticos respecto a las órdenes de sus mayores. Entonces, si un comportamiento irracional aparece (para que llueva debemos saltar a la pata coja o sacar al santo de procesión, o hay que adorar al dios sol o entregar ofrendas a nuestros amigos y protectores elfos y duendes) mientras éste no sea estrictamente perjudicial (o mientras su costo adaptativo sea menor que la ventaja generada por el proceso parasitado) en ese estadio evolutivo, tenderá a fijarse fácilmente en las siguientes generaciones aún cuando no tuviera ninguna ventaja adaptativa propia.
En una próxima entrada presentaré algunos datos compatibles con la hipótesis de que la especie humana estuviera psicológicamente preparada o “preprogramada” para la religión.
ANEXO
Respecto a los comentarios y posterior discusión con el lector Magufo dejo un ejemplo gráfico del método científico que expresa muy adecuadamente como trabaja la ciencia y que demuestra que las hipótesis son fundamentales en el proceso investigador.
diario de un ateo metodo cientifico ciencia hipotesis teoria cientifica ley
Fuente:http://lacienciaysusdemonios.com/2013/04/30/una-breve-introduccion-al-estudio-cientifico-de-la-religion-i/

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