jueves, 9 de diciembre de 2010

UN ELABORADO PLACEBO LLAMADO FLORES DE BACH

Efecto placebo:

Efecto placebo es el fenómeno por el cual los síntomas de un paciente pueden mejorar mediante un tratamiento con una sustancia placebo, es decir, una sustancia sin efectos directamente relacionados con el tratamiento de lo que estaría causando (etiología, conocida o no) los síntomas del paciente en un primer lugar. La explicación fisiológica postulada para este fenómeno sería la estimulación (no por parte de la sustancia placebo, de lo contrario no entraría en la definición) del núcleo accumbens situado en el cerebro que daría como resultado la mejoría del cuadro sintomático del paciente que afirma estar aquejado por un mal a su salud.
Hay gran variabilidad en la presentación de este efecto y la aparición del mismo esta determinada por factores del individuo, de la sustancia (incluida su forma de administración) y del medio en el que se realiza el tratamiento. Sin embargo, la cuantificación de este fenómeno es muy útil en determinar la utilidad y seguridad de fármacos y otras sustancias en la terapéutica.(Fuente: Wikipedia,la enciclopedia libre)


Las flores de Bach, llamadas también remedios florales, consisten en una hiperdilución de flores maceradas que se emplean para tratar diversas enfermedades. La eficacia de esta presunta terapia ha sido analizada por el especialista en Medicina Complementaria Edzar Ernst en una reciente publicación, donde se realiza un metanálisis estadístico de los ensayos clínicos realizados hasta la fecha. Sus conclusiones son demoledoras: esta terapia es incapaz de justificar su eficacia con evidencias experimentales, más allá de los beneficios que supone un placebo.
Las Flores de Bach fueron inventadas hace unos 80 años por el médico inglés Edward Bach (1886-1936). Este doctor estaba convencido de que la mayoría de las enfermedades están causadas por estados negativos de la mente y por malas actitudes ante la vida (miedos, celos, impaciencia, angustia, etc). Como presunta terapia este doctor elaboró 38 preparados naturales, cada uno de ellos basados en una flor que poseía, según su forma de entender esta terapia, en propiedades que aliviaban los pensamientos negativos. Las flores eran maceradas o hervidas en agua y diluidas posteriormente en soluciones alcohólicas (en su origen se empleó brandy o vino) para asegurar su conservación. Desde la muerte del Dr. Bach, sus seguidores han añadido otras flores al listado, haciéndolo más “completo”. Anecdóticamente, y para que pueda observarse el grado de “análisis” que se ha tomado como base para elegir una flor y no otra como base de la terapia, baste tomar como ejemplo el remedio que se emplea para combatir la impaciencia: un preparado de la flor de Impatiens glandulifera. Esta planta se llama así porque Linneo llamó Impatiens al género ya que dispara sus semillas, no espera a que caiga como hacen otras plantas. Por esta anécdota Bach consideró que era apta para curar la impaciencia. Si Linneo al descubrir esta planta hubiera decido honrar a algunos de sus maestros y le hubiese puesto otro nombre, hoy la Impatiens no formaría parte del catálogo. Todo muy científico, si señor. Si este proceso mental para elegir las flores no parece suficientemente ridículo por sí sólo, aún hay más. En realidad la terapia no se fundamenta en tomar el extracto de la flor, sino en una dilución homeopática (en concreto 1:144) de la misma, con lo que si existía algún principio farmacológicamente activo en la misma, éste desaparece en la dilución efectuada. Pero, ¿alguien cree que la suma de una elección de flor de forma poco científica junto a la imposibilidad de componentes farmacológicos en la disolución final puede arredrar a un creyente en esta “terapia”? Pues no, ya que la explicación que dan es simple:
el modo de acción de la solución no depende de un mecanismo molecular del fármaco, sino de un sutil estado energético que es transmitido desde la flor al paciente
. Parece mentira que no hayáis sido capaces de verlo antes.
El caso es que las Flores de Bach ocupan un lugar destacado entre los remedios naturales de algunos seguidores de las autoproclamadas como “terapias alternativas”. Eso a su vez ha supuesto unos interesantes beneficios para las compañías que se han encargado de comercializar los extractos florales. Todo ello ha motivado que algunos grupos de investigación hayan decido analizar la eficacia de este presunto tratamiento.
El último estudio en profundidad ha sido escrito por Edzard Ernst y ha sido publicado en el último número de la revista “Swiss Medical Weekly”. Para el metaestudio se tomaron datos de las publicaciones científicas depositadas en las diversas bibliotecas virtuales, tomando como fecha final de recogida de datos mayo del 2010. Solamente se analizaron ensayos clínicos que incluyera una comparativa con placebos. Así mismo se contactó con los fabricantes de los productos florares para pedir ensayos realizados por ellos mismos, aunque éstos no hubieran sido publicados.
Los resultados muestran que existe amplia literatura sobre los remedios florales, pero pocos de ellos presentaron datos útiles para realizar cualquier tipo de análisis epidemiológico. El análisis del conjunto de trabajos rigurosos mostró que la terapia floral es incapaz de mostrar evidencias convincentes de su eficacia con efectos superiores a las que ofrece un placebo.
Es interesante resaltar que las Flores de Bach se venden en muchos países como suplementos alimenticios, y no como medicamentos, por lo que no tienen el requisito legal de demostrar los beneficios sobre la salud que prometen. Además, al no contener ningún componente farmacológico, no puede tener ningún efecto tóxico sobre la salud de los pacientes. El único efecto perjudicial de este tipo de terapias es que sustituyan a otras que sí son realmente eficaces, con lo que enfermedades tratables podrían provocar serios problemas por falta de medicación. En este sentido cuando el autor de este trabajo preguntó a los profesionales que recetaban remedios florales para qué enfermedades las prescribían, la respuesta fue: ansiedad, estrés, depresión, enfermedades mentales relacionadas con el estrés, falta de confianza, trauma (tanto emocional como físico), cáncer y SIDA. Pero no hay evidencias científicas para afirmar que las Flores de Bach puedan tratar esas enfermedades, por lo que abandonar el tratamiento convencional de algunas de estas enfermedades puede tener consecuencias irreversibles.
Señalar finalmente que el autor del trabajo, Edzar Ernst es el primer profesor en Medicina Complementaria del mundo. En 1993, Ernst dejó su posición de especialista en Fisioterapia y Rehabilitación de la universidad de Viena para organizar el departamento de Medicina Complementaria en la Universidad de Exeter (Inglaterra). Escribe asiduamente en “The Guardian” donde hace un análisis científico y critico de las terapias alterativas. De hecho, y aunque sus investigaciones se mueven dentro del campo de las modalidades poco convencionales de la medicina, es visto como “el flagelo de la medicina alternativa” ya que con frecuencia expone la falta de documentación y eficacia de muchas presuntas “terapias”.
Referencias
Ernst, E. (2010) Bach flower remedies: a systematic review of randomised clinical trials. Swiss Med. Wkly 140:w13079
Wikipedia

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